sábado, 31 de julio de 2010

La leyenda que sigue...

Hay cosas que no tienen sentido. 101 acampados, y 18 monitores, y 4 curas, y una cocinera, y un perro… Todo eso se mete en una finca en la montaña. Y se les dice que es una aldea medieval, y que van siguiendo la historia de un pastor que quiere ser alquimista. Y te salen 14 días de una especie de sueño agradable, de gente mezclada, de amores y desamores, de montañas y llanos, de calores y piscinas, flamenquines y ensaladas. Gritos y risas. Y mucha tierra seca.

Dios teje y desteje la alfombra, y es el que da sentido a lo que no lo tiene. Un reino para todos, dondequiera que vayas, un reino de todos. No se trata de que creemos un mundo artificial, alejado de la realidad. No podemos escapar a que el campamento es un entorno muy particular, lleno de sentimientos exaltados, de emociones, en continuo movimiento, intenso. Y eso no es la vida real. Pero hay valores: hay amistad, profunda y real. Hay fe, una sensación intensa de que Dios lo está bañando todo continuamente. Hay solidaridad, mano tendida a todo el que lo necesita. Hay apertura de corazón, para acoger al distinto y para expresar lo que se siente y piensa. Hay cariño fraterno. Los sacerdotes cuidan a los monitores y acampados con celo. Los monitores se saben garantes del tesoro más grande de una familia, que son sus hijos. Los acampados se sienten queridos y eso ayuda a querer a todos.

Es posible que muchos aborrezcan la lágrima exaltada de la despedida, pero para los que sentimos profundamente separarnos de estos pequeños no es más que una muestra de que lo vivido es en cierto sentido profundamente verdadero.

El trabajo viene después, en las parroquias y colegios. Esto vivido o que se va viviendo en las convivencias a las que los convocamos es posible en el mundo con el esfuerzo de todos. Y es vivir en cristiano: fe, amistad, solidaridad, amor fraterno y apertura de corazón. Vivir en cristiano es la consecuencia de todo esto. Y no todos, pero sí muchos, logran vivirlo.

Y si algunos llegan a comprender y vivir su vida desde Dios, entonces todo ha merecido la pena.
Y se quedarán por el camino otros. No es pérdida, es elección, y eso también está en el plan del Señor.

El Reguero ha cerrado su verja verde por duodécima vez, y nos empuja a un curso 2010-2011 lleno de nuevas experiencias. Los Grupos Manuel comenzarán su andadura más concretamente. La Escuela visitó el lunes 26 la Casa de Misericordia de Pino Franqueado (Cáceres), donde viven personas con trastornos mentales y otras deficiencias. La experiencia fue breve pero intensa. Unos inmediatamente aceptaron como un bonito reto la experiencia que les presentábamos para el año próximo. Otros la rechazaron frontalmente haciendo patente un miedo a crecer lógico en ciertas realidades. Hay que concretar más en qué queda Manuel y a qué se convoca a los chicos y chicas, pero es un paso adelante necesario para salir de los muros de El Reguero, no sea que se convierta en un lastre en la tarea con los jóvenes de la Hermandad.

El Reguero ha cerrado su verja verde, y deja un buen sabor de boca, de un alquimista que actúa en nosotros los jóvenes de Mosén Sol de manera cierta y palpable. Siempre dije que la experiencia de Puerto de Béjar es capaz de cambiar la mirada para siempre. Esa expresión la usaba este año un miembro nuevo de la Escuela. Por eso creo y seguiré creyendo en la experiencia.
Que soñéis y sonriáis siempre.

Juan.

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