domingo, 4 de marzo de 2012

Bajar | 2º de Cuaresma

Esta tarde alguien ha utilizado conmigo una expresión extraña que no había oído en la vida. “Te llamaré antes, para que no tengas que estar bajao mucho tiempo”. Para que no tenga que estar esperando abajo, en el portal, mucho tiempo; esta sería la traducción más apropiada.

Este domingo la Iglesia nos presenta, en nuestro camino de Cuaresma, el relato de la Transfiguración. Es un relato difícil, raro, en el que no sabemos muy bien lo que pasa. Nos quedamos un poco en medio de la nube que relata el texto.
Pues a la invitación de la pastoral sumo dos palabras y pienso…

SUBIR.
Los apóstoles suben con Jesús. Este subir es para estar con él. Seguir a Jesús tiene mucho de subida por dos cosas sencillitas: porque cuesta. Si habéis tenido la oportunidad de buscar una cumbre, por pequeña que sea, os daréis cuenta de que no nacimos para subir, pero podemos hacerlo. Subir con Jesús es amoldar nuestro ser a su ser, y poner nuestras vidas al servicio del Reino. Y la entrega cuesta. Y tiene mucho de subida, en segundo lugar, porque llegas a la cumbre. Y mirar el horizonte desde arriba abre algo más que los pulmones. Los apóstoles suben y, según el relato, quedan sobrecogidos. Y esto es así porque son testigos de que en Jesús hay un Dios presente en medio del mundo. Es una experiencia de Dios cara a cara que sobrecoge e ilumina. Los apóstoles, como nos descubre Fano en el dibujo de esta semana, ven a Dios a través de Jesús.

ESCUCHAR.
Pedro quiere hacer tres tiendas. Y es que se está tan a gustito aquí arriba. La voz de Dios resuena en ellos mostrando quién es Jesús. Es el Hijo. Y hay que escucharlo.
Escucharlo no es sentarse cómodamente, plantarnos ahí y quedarnos. Escuchar es reconocer que Jesús tiene algo que decir en nuestras vidas, que su palabra es la Palabra, que podemos fiarnos de él y seguirle como le hemos seguido hasta Dios.

Y BAJAR.
Bajar es la palabra de esta semana. No es posible quedarnos a mirar, abrirse a Dios, al Dios trascendente, tiene que traducirse en bajar al mundo. Dios-que-se-hace en medio del mundo.
No podemos huir del mundo, vivir la margen de él protegidos por nuestros ritos, costumbres, normas… El mundo está ahí, es creación y revelación, y el mundo nos supera.
El que quiera quedarse dentro de la tienda puede ser que tenga la Gracia de contemplar a Dios. Pero se perderá a Dios, al Dios que habita en nuestros hermanos, en los jóvenes, en los que sufren, en los que buscan y siguen buscando…

Así que vuelvo al principio. Porque parece que ahora toca bajar, volver a un mundo que está sediento de Dios y del que la comodidad de mi tienda me estaba alejando.

Así que aunque me avisen, prefiero estar un tiempo ‘bajao’. Y buscar al Padre entre los que estamos abajo.

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