Cuando quieres sorprender a alguien de verdad, cuando quieres dibujar una
sonrisa porque le pones delante algo que no se espera; lo escondes, lo
mantienes en secreto, lo envuelves de periódico o de colores hasta que lo
descubres delante de él o ella y esperas de todo corazón que le salga la
alegría por las orejas. Tenemos una tendencia natural a envolver lo que damos,
sea con papeles o con la vida misma…
(No puedo evitar acordarme también de una escena de Love Actually, con un Mr. Bean empeñado en rodear de tanto
envoltorio una joya que al final hacía perder la paciencia del hombre que
quería hacer el regalo. A veces también nos perdemos en envoltorios y olvidamos
lo esencial, y alargamos tanto y damos tanta importancia al lazo y el caramelo
que se nos olvida que estamos aquí para entregarnos…)
Pero envolver es también rodear una
cosa a otra por todas sus partes. Y estamos envueltos en nuestras vidas por
el encuentro. A lo largo de este curso hemos
ido descubriendo cómo estamos hechos de los encuentros de nuestros caminos, del
encuentro con la familia, los amigos, la sociedad en que vivimos, el amor, la
tristeza, un abrazo… y Dios.
También nos hemos y les hemos invitado a
redescubrir nuestras Parroquias y nuestros Colegios como lugares privilegiados
para el encuentro, encuentro que nos permite construir cosas nuevas, aunque
a veces nos cueste el sueño, el cansancio, la desilusión o el miedo…
Envuelta en la Historia va esta invitación para
todos los Jóvenes en Hermandad, animadores y escuela, mayores y junior. Una
invitación a redescubrir, después de quince campamentos, que compartir El
Reguero tiene aún mucho que enseñarnos.
Queda sólo un mes. Bienvenidos a casa.
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