sábado, 29 de enero de 2011

Mosén Sol

Quizás es un día más, pero algunos nos levantamos con una sonrisa especial en la cara. Algunos celebramos hoy el recuerdo de una persona especial, alguien que supo darse y dar a los demás, entregar la vida por los que tenía al lado, desde el seminarista pobre al que se encontró bajo el arco del Romero, pasando por sus compañeros de aventura y las monjas, y los jóvenes del Instituto en el que daba clase, y muchos más jóvenes después, y los colegiales de Roma, y... la Iglesia entera, que era su casa. Cuenta Manuel que un 29 de enero, después de celebrar la misa a las monjas de Santa Clara, se le inspiró la fundación de una Hermandad, de sacerdotes, operarios y diocesanos. Y 128 años después seguimos dando guerra y celebrando el paso de alguien tan especial como Mosén Sol (y es que a los curas en Cataluña se les llama Mossén), Manuel, el Beato, don Manuel... Como queráis. Soñó con días de Sol. Y queremos días de sol.

Feliz día a todos, y que soñéis y sonriáis siempre, que cuando un joven sueña, Dios sonríe...

Verás
pintar de verde los campos,
tus manos trabajando
darán mies, y fruto, y pan,
pan sereno y pan cocido
para alimentar el mundo.
Verás
pintar de azul el cielo,
y cómo te buscamos
entre las nubes o aquí abajo.
Pintar también la mesa
para que se sienten todos
y sigan compartiendo
que hemos sido convocados.

Y viendo, y pintando,
con el corazón abierto, frágil, preparado;
buscamos poco a poco
la llave de la cosecha
para que den más fruto los trigales,
verdes a veces, nunca agostados,
que siguen esperando nuevas manos.

Aquí tienes las mías.
Extendidas, temblorosas,
preparadas para el campo
manos que tienen miedo,
que necesitan de otras manos.
Yo quiero pintar contigo
de verde los campos, de azul el cielo,
quiero poner mis pies en tus zapatos negros,
y encontrarte yo también, como Valero…

Y acabo ya esta carta:
si tu tren me lleva lejos,
tú, Manuel, vienes conmigo.
Y si me quedo.

Quiero pintar manos,
alma, corazón. Y el cielo.

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