Ya se acerca la Navidad con su potente
luz. Imagino que a estas alturas sabrás que la luz de la Navidad es azul…
Nosotros celebramos que la Vida tiene nombre propio,
Jesucristo. Claro que sí, una vez que hemos conocido nuestras miserias, personales y sociales (que
no son pocas) deseamos una vez más que su luz nos ilumine. Nos hace falta su
luz, ¿verdad?, demasiada tristeza, oscuridad, miedo, cobardía, y quizás necesidad. ¿Y qué hacer con todo esto?
Habrás oído a muchos gritar que les han
robado la navidad. Una paga menos, menos dinero en la cartera, compras medidas…
adolescentes enfadados que no se cortan en seguir demandando a sus padres o
familiares lo que necesitan para montarse su navidad. Muchos ni son ni quieren
ser conscientes de su situación familiar: los nuevos ciegos. Muchos adultos
desesperados porque en esta ocasión las fiestas no serán como antes… están
cojos, ya no pueden andar tan rápido. Algunos avergonzados por tener que
reconocer que no pueden. Y tantos y tantos cada vez más al borde del camino de
este tiempo que va echando del camino
justamente a los más débiles.
Los que confundieron la Navidad con gastar, este
año probablemente no la tengan. Por desgracia nunca la tuvieron y no lo saben.
¿Dónde quedó el calorcito de la
Navidad ? Los abrazos de los nuestros, los besos de los
abuelos, la gratuidad, la acogida del hermano… No nos han robado la Navidad: ya
la habíamos vendido.
A ti que nadie te robe la Navidad. Nosotros
sabemos que la Navidad
es la fiesta de los que celebramos cómo el amor de Dios reparó las grietas que
le abrimos a la humanidad, con desamor, desinterés, violencia, intolerancia,
odio... con el esfuerzo de todos.
Nosotros que conocemos la luz de la Navidad , porque ha iluminado
en otras ocasiones nuestra vida , nosotros que nos hemos sentido sostenidos por
su fuerza, su amor y su perdón; hoy,
somos los que gastamos la
nuestra para reparar con su amor las cicatrices y heridas que le
quedan a nuestro querido mundo y a nuestros queridos hermanos.
Y si no somos capaces de proteger la vida y
dar frontera al Reino de Dios, al menos
podemos esperar y ver cómo florece a nuestro alrededor por puro amor, y
contemplar este espectáculo con mirada agradecida. Dios se sigue abriendo paso
en nuestra historia y no nos va a pedir permiso para seguir sanando nuestras
heridas.
¿La memoria? Tira de memoria y recuerda por
un momento todos los que se apasionaron como tú en esperar y creer que de tanta
cenizas podía surgir la vida.
Yo recuerdo y te confieso que casi me
emociono, cuando traigo a la memoria el rostro de todos mis hermanos operarios
ya difuntos que dejaron un poquito de la luz azul del Señor en mi vida. Yo me
quedo con su esperanza y su profunda fe en la juventud y en la potencia del
Reino. Ellos nos evangelizaron nos enseñaron a vivir y hoy nos toca a nosotros
mostrar esa luz que celebramos en la Navidad. La Hermandad hoy es mi familia, y en
ella se puede seguir esperando y viviendo la ilusión encarnada de la Navidad , y con ella Dios
quiere seguir reparando humildemente todas nuestras heridas. Sólo su amor nos salvará y
este amar sólo se conjuga en segunda persona.
Te deseo que estos días puedas acompañar con
cariño a todos los niños y jóvenes que esperan de ti que les muestres la
esperanza y la ilusión comprometida de nuestra Navidad, ojalá que hagas
estremecer de cariño a los tuyos, para todos ellos este año la Luz de la Navidad eres tú. Azul,
claro.
Un fuerte abrazo y gracias por todo, y por
ti, no lo olvides: sin ti nada sería
igual. Eres parte de su esperanza y nuestra memoria. Feliz Navidad.
Antonio Peña.
Director de la Pastoral Juvenil-Vocacional
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