sábado, 22 de diciembre de 2012

Efectos secundarios | 4º de Adviento

“Dichosa tú” (Lc 1, 45)
Antonio J. Blasco
Parroquia de S. Pablo y Sto. Tomás C.
(Salamanca)

Podéis seguir las reflexiones y los materiales en anduvízate.blogspot.com



Curioso lema el que nos propone la Pastoral Juvenil de la Hermandad para este cuarto domingo de Adviento. Curioso porque lo primero que a uno se le ocurre al leer estas dos palabras es que algo no previsto va a ocurrir. Y, siempre que pensamos en “algo no previsto” nos da por pensar en lo peor...

Y si vemos que la lectura del próximo domingo comienza con un viaje a pie de una jovencita embarazada...  ¿Cuáles pueden ser esos efectos secundarios? Seguro que si hacemos una encuesta donde mencionamos las expresiones “embarazada”, “viaje a pie” y “efectos secundarios”, la gran mayoría de las respuestas que nos dieran iban a ir por derroteros poco halagüeños para la joven embarazada.

Pero en el momento en que miramos esa realidad con unos ojos anduvizados la resolución de nuestro relato va a cambiar y habrá que esperar lo inesperado. Porque en eso consiste anduvizarse, en esperar lo inesperado, en estar preparado para cualquier cosa y en que nuestro Dios siempre nos sorprende.

¿Y cuáles son estos efectos secundarios que tenemos en nuestra historia de hoy? María, nuestra joven primeriza, visita a su prima (la que no podía tener hijos) porque le ha llegado la noticia de que lo imposible va a ocurrir (cuando en el párrafo anterior yo decía cualquier cosa era por algo...). Ahora nos puede parecer trivial, posiblemente nos enteraríamos del embarazo de nuestra prima porque su marido lo ha retuiteado dieciocho veces (posiblemente con una imagen de la primera ecografía) y nuestra respuesta es un mensaje en tuenti con millones de exclamaciones y emoticonos. Todo eso puede transcurrir en menos de cinco minutos. Pero en aquellos tiempos, la noticia (aunque fuera rápida) tardaría varios días o semanas en llegar a María y si ella toma la decisión (seguramente una decisión difícil) de visitar a su prima e ir caminando es porque la buena noticia (con minúsculas) produce en María un efecto secundario: una gran alegría: Tiene que ir a ver a su prima, a abrazarla, a compartir este feliz acontecimiento inesperado.
Y, en esta narrativa, otro suceso inesperado se sucede al llegar el encuentro entre las dos primas. Los pequeños que se cobijan en sus vientres se reconocen y ese conocimiento se transmite a sus madres. Y lo que nos ofrece la prima de María es toda una confesión de fe a raíz de esa comunicación privilegiada que tiene con su futuro hijo Juan (la comunicación privilegiada de toda madre con su retoño), no sólo sabe que María está encinta, sino que el bebé de su prima tiene al Espíritu de Dios de su parte... Ahí sí que tenemos un interesante giro narrativo, menudo efecto secundario...
Porque, el principal efecto secundario de este anduvizamiento colectivo no es otro que la alegría. Una alegría serena e intensa que nos produce el encuentro con lo inesperado, porque las buenas noticias también pueden ocurrir aun en estos tiempos sombríos, porque con Dios de nuestra parte nunca podemos dar nada por sentado. Todo esto es anduvizarse, todo forma parte de este tiempo de espera.

Ya queda poco para que se desvele la gran sorpresa, menos de una semana, unos días, unas horas... Y no estoy hablando del fin del mundo. Las buenas noticias pueden aparecer en cualquier momento y tenemos una Buena Noticia a la vuelta de la esquina. ¡Benditos efectos secundarios!

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