miércoles, 9 de marzo de 2011

Miércoles de Ceniza

Dios desde el principio puso toda la confianza en el hombre. Y como a Dios le gusta la libertad, lo dejó libre. Entonces al hombre le entraron unas inmensas ganas de ser igual que Dios, igual de poderoso. Y poniéndose de pie, dijo a Dios: “¿Qué te has pensado? ¡Yo me quiero medir contigo!” Aquel fue uno de los peores días que Dios pasó. Pero Dios, que había creado por amor al ser humano, decidió no aniquilarlo. En lugar de borrarle de la tierra, le invitó a caminar por ella y le dio la posibilidad de cambiar y transformarse.


Hoy, como el primer hombre, estamos invitados a agachar la cabeza y reconocer que la hemos levantado de modo bravucón y hasta grosera, a nuestro Dios, nuestro Padre. Incluso hemos pronunciando gritos contra Dios. Pero agachar la cabeza para ponernos a caminar juntos hacia Él no es algo triste. Todo lo contrario. Hoy es un día intensamente alegre: porque a pesar de todo, Dios nos da una nueva oportunidad. Una nueva oportunidad para que seamos mejores, para que cambiemos, para que nos convirtamos. Con estas intenciones, empecemos a caminar; empecemos la CUARESMA.

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