domingo, 25 de noviembre de 2012

El poder de las cosas pequeñas

El diálogo que nos ofrece hoy la liturgia de la Iglesia es uno de los más conocidos, y también de los más tensos, de cuantos mantiene Jesús a lo largo de los evangelios. Se produce en unas circunstancias duras y especiales. Las autoridades han detenido la noche anterior a Jesús de Nazaret en el Huerto de los Olivos, y tras pasar por el Sanedrín, es entregado a las autoridades romanas, como es preceptivo en aquella provincia del Imperio. Ante el Prefecto de la Provincia, Poncio Pilato, presta Jesús declaración, y los evangelios recogen este diálogo. En él Pilato hace referencia a la acusación con la que se lo entrega, ser rey, y siéndolo querer ‘destronar’ a las autoridades. Y Jesús responde afirmando que es rey, pero que su reino no es de este mundo… «Los notables judíos lo acusan de ser uno de los caudillos nacionalistas que, bajo el título de “rey de los judíos”, luchaban por instaurar un gobierno libre de la opresión romana. Poncio Pilato, como juez, pregunta a Jesús. Pero la realeza de éste se sitúa en un plano diferente, y el procurador romano no entiende.» (Tú tienes palabras de vida, Verbo Divino, Navarra, 2005). 

No quiero hablar ahora de qué significa este Reino, qué es el Reino de Dios, por qué dice Jesús que su Reino no es de este mundo o qué tipo de Rey es Jesús (Rey al servicio de de los hermanos). Pero poder hablar a partir de la lectura de la fuerza que tienen en el Reino de Dios los pequeños es uno de los regalos del Evangelio. 

 "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, porque el Reino de Dios está entre vosotros". El Reino como semilla de mostaza, como semilla que crece, el Reino para los que son como niños, Reino para los pecadores, prostitutas, para los no-ricos. El Reino para los que vuelven a nacer… Es el Reino de las cosas pequeñas, el que está presenta en trabajos entregados de cada día, en manos que se tienden, en abrazos que se dan, en sonrisas de verdad, en encuentros de amigos, en tristezas y dolores llevados con esperanza, y también en los desesperanzados que buscan un consuelo. Verdad y justicia. Reino de pequeños y de pequeñas cosas. 

El rey de este reino es todo esto. Fue mano, abrazo, lágrima, sonrisa, esperanza. Y dolor. Así que es un rey que se sitúa por lo bajo y mira desde abajo a los de abajo. No sabe las cosas por teoría. Las sabe porque las vivió. Y las sabe porque ama, y el amor habilita para la misericordia y para la alegría y para el dolor. Es el poder de las cosas pequeñas, una fuerza que puede cambiar todo. Igual que en la foto, convertir una gris acera en una imagen de esperanza.

 Y la enseñanza con la que me quedo es la de situarme por lo bajo. Y esto lo traduzco: dejarme amar y abrirme a amar. Esto de amar, que es más fácil decirlo que hacerlo, es lo que nos permite relacionarnos con nuestro mundo, con los hermanos y con Dios en libertad. 

 Ama. (Sé rey). Y ensancha el alma…

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